BAJANDO EL RIO TINTO. ANTONIO SUÁREZ MATO

Exposición Bajando El Rio Tinto

Camina, de vuelta a casa, el minero. A su espalda el Cerro Colorado y las teleras. Parado en el dique de Marismilla, la boca seca y ardiente de azufre, mira hacia la Sierra del Padre Caro. Sueña con sombra de pino y agua fría de pozo, pero éste, le entrega tierra quemada y agua roja de fuego.

Mira al frente, hacia su pueblo, y con la torre como guía, su casa.

Ahora, a sus espaldas queda el río que también abandona el dique, siguiendo estrechos recodos con montañas de escorias y escombros de pirita.

Marca su cauce sin dejar que el verde invada la orilla. Brezos, jara y pinos se detienen, abrúptamente, cortados por el afilado cuchillo de sus ácidas aguas. Ahí queda su marca continua, de línea amarilla, como frontera.

Y así, siempre sin pausa, camina sin más compañía que un camino de viejas vías rotas y retorcidas, por donde pasaban trenes de humo cargados con trozos de mina.

Pero el río tiene miedo, hay un monstruo de óxido y acero al que atravesar sin ser herido. Salomón, imponente, lo observa con mirada fiera.

El río, espera su sueño, y entonces, con caminar sereno, se desliza suave bajo sus pilares fieros. Y cuando lo pasa, corre, ensancha su territorio, despidiéndose, indiferente, de fenicios, romanos o árabes, hasta llegar, victorioso, a la sal.

El Río.

Antonio lo observa tranquilo, Lo estudia hasta comprenderlo. Busca la vida en el agua, las piedras y la aridez de la orilla. Cuando consigue entenderlo, él mismo se hace río, y con la maestría que lo caracteriza, comienza a dar forma con sus inconfundibles trazos. Líneas firmes y seguras, de dominantes rojos y amarillos, consiguiendo expresar la belleza del paisaje, siempre con el protagonismo del río.

Pero el pintor también se ha encontrado al monstruo, que lo amenaza día tras día con su coraza de acero.

Se ha producido una lucha donde Antonio ataca con trazos de color de río mientras Salomón se defiende con una telaraña de hierro. Sale airosa la pintura, pero engrandeciendo el acero.

Así, pintor y colores se unen hasta conseguir un rio de color y vida.

Tinto

Miguel García León

RÍO TINTO, ARTERIA DE LAS MÍTICAS MINAS DEL REY SALOMÓN

«... y llegado a sus oídos de la existencia de una mítica tierra en la que había un río con aguas doradas, donde las rocas de sus riberas estaban cubiertas de fina capa del más puro oro, el Rey Salomón dispuso de su séquito y se dirigió a tan extraordinaria tierra.

Una amplia reata de camellos cargados de lujosos baúles de preciosa madera de ébano, tallados por los mejores artesanos, viajaban dispuestos a ser llenados con tanto oro como pudieran contener...»

El río Tinto no es el más largo, tampoco es el más caudaloso, pero sí podemos decir sin temor a equivocarnos que es el más espectacular. En cada metro de su curso encontrarás imágenes únicas, llenas de colores, texturas e incluso olores que identifican a una tierra minera que ha sido forjada en hierro.

Nace en la Sierra del Padre Caro, en el término municipal de Nerva. En su recorrido de unos 100 kilómetros atraviesa la Cuenca Minera de Riotinto, se adentra en tierras del Condado y discurre por un gran número de pueblos de la provincia de Huelva para terminar desembocando en la ría de Huelva, donde vierte sus aguas al Océano Atlántico y se despoja de sus colores característicos que se diluyen en el mar.

Recibe aportaciones de agua de diferentes ríos y riveras, entre los que destacan las riveras del Jarrama, Cachán y Casa Valverde y los ríos Corumbel y Candón. Este aporte de agua apenas tiene influencia en su color y su acidez.

Se asienta en la llamada Faja Pirítica Ibérica, que es la zona con la mayor concentración de yacimientos de sulfuros masivos que se conoce en la tierra. Estos minerales expuestos al agua y al aire se oxidan dando lugar a la creación de ácido sulfúrico provocando una alta acidez en el agua del río.

Es el color de sus aguas y sus riberas el detalle que más llama la atención a los visitantes, y si bien siempre se ha relacionado con la explotación minera, que por supuesto ha existido, no es la causa principal al tratarse también de un ecosistema natural.

Sobrecoge el rojo de sus aguas y el dorado de sus rocas, componiendo un escenario impactante y surrealista donde la naturaleza se renueva cada día en un ambiente microbiano desde los albores de la creación del planeta Tierra.

La naturaleza geológica y la gran mineralización de esta tierra propicia, tras una serie de procesos biológicos y químicos, que podamos observar esta rica gama cromática donde predominan los colores amarillos, anaranjados y rojizos.

Aunque siempre se pensó que el Tinto era un río sin vida, e incluso hubo proyectos para su regeneración que por fortuna no se llevaron a cabo, se ha descubierto que existen unos microorganismos responsables de la oxidación del hierro y el azufre contenido en sus aguas.

Su color es consecuencia, por un lado, del proceso de oxidación de los sulfuros comenzando con ello el ciclo del hierro y, por otro lado, de la aportación biológica de los microorganismos que lo habitan, dando lugar a la aparición de esos colores tan sorprendentes y característicos que dan nombre al río.

Una explosión de colores inunda nuestra vista cuando nos acercamos a sus orillas, con una paleta de color potente y diversa donde predominan los tonos cálidos, pero donde también aparecen grises, pardos y morados, fruto de las reacciones químicas que se producen y que pasan desapercibidas a nuestra vista, pero que inundan de vida este ecosistema.

Figura destacada en este ambiente son los estromatolitos, estructuras estratificadas que evidencian una vida microbiana. Están compuestos en su mayoría por microorganismos que cementan en los sedimentos creando unas estructuras en formas de terrazas de color ocre y amarillo dorado por el contenido en hierro y sulfatos y que durante las horas de más luminosidad del día adquieren un brillo intenso.

Algas verdes filamentosas contrastan cromáticamente con el rojo del río que las alberga, mientras que cuarteados estivales adornan sus riberas en un laberíntico mosaico formado por una pasta ocre clara compuesta por sulfatos de hierro y yeso que acaban secándose y creando unos sugerentes craquelados.

Por todo ello, el río Tinto es una gran fuente de inspiración. De ella se ha nutrido el pintor, Antonio Suárez Mato para crear esta magnífica muestra pictórica en la que, con un estilo muy personal, ha sabido captar el color y el alma de este río sin igual.

Para mí ha sido una satisfacción que a través de mi trabajo fotográfico haya podido tener una visión más amplia y conocimiento de detalles y rincones del río, desconocidos en muchos casos para la gran mayoría, y que ello haya servido de apoyo para la creación de esta magnífica exposición.

Rafael Pernil Oliva

Fotógrafo

Visita en 360º la exposición BAJANDO EL RIO TINTO

 

 

Esta exposición permanecerá abierta del 26 de octubre al 18
de noviembre de 2023, en horario de 10:00 h a 14:00 h y de
17:00 h a 21:00 h de lunes a viernes y de 10:00 h a 14:00 h los
sábados.

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