LIRIAN RUCIERO

Las emociones no deberían modificarse ni controlarse por la biopolítica. Nos recorren de izquierda a derecha y de derecha a izquierda con la única claridad del poder del lenguaje sentido. Libre, femenino y salado, muy salado. Lo mires por donde lo mires.

Sentir y expresar emociones obedece sin quererlo a regulaciones normativas que trascienden lo personal y encierran consecuencias y significados políticos en el orden social. Pero no solamente existe en torno a las emociones una construcción social, sino, más aún, una construcción biopolítica en torno a la vida emocional.

Libérate, sálate y siente el poder de conservar la emoción pura.

Un juego visual con el léxico salinero, las múltiples acepciones de la palabra sal, representada en femenino en un universo salado, reivindicando lo emocional, con conciencia y presencia plena y ocupando los espacios público-privado.

“La teoría del control emocional desarrollada por Hochschild (1990) sostiene que los individuos ajustan su acción y comportamiento social de acuerdo a estrategias de género… En este marco, es también posible distinguir un vocabulario emocional, así como normas que regulan la expresión emocional, prescripciones sociales y culturales que convocan a sentir de determinada manera ciertas emociones consideradas más deseables que otras… Así, la cultura emocional contiene nociones sobre cómo debemos gestionar y expresar los sentimientos… Esto significa que no solamente existe en torno a las emociones una construcción social sino más aún, una construcción biopolítica en torno a la vida emocional… Nótese que la expresión de las emociones en la antigua Grecia se consideraban situadas en la parte zoé de la vida, la parte vegetativa, característica por igual de los animales, esclavos, mujeres y niños, así como también de los dioses. La zoé se situaba en el ámbito doméstico, por oposición al político, propio de la vida en la polis (la ciudad) que pertenecía a la parte Bios de la vida, es decir la vida cualificada, vida politizada que se expresa no en el habla, sino en el lenguaje.” (LUNA-ZAMORA, Rogelio y MANTILLA, Lucía (2017) “Desde la sociología de las emociones a la crítica de la Biopolítica” en Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad - RELACES, N°25. Año 9. Diciembre 2017-Marzo 2018. Córdoba. pp. 24-33).

B I O G R A F Í A:  Tras sus estudios de Trabajo Social en la Universidad de Huelva, se ha formado en el ámbito audiovisual a través de la Cátedra de Cine Francisco Elías,  Guión con Antonio Cuadri, Videocreación documental con David Sainz e Israel Millán, y en Fotografía artística, en la Escuela de Arte León Ortega de Huelva  y en ESAMA-Sevilla como Técnica Superior en Producción audiovisual.

Su trayectoria gira en torno a la cultura, desarrollando proyectos de producción diversos en torno al arte contemporáneo, la música, la fotografía y el video. Cofundadora de PLOCC (Plataforma onubense de cultura contemporánea) y de La 13 Trouch Gallery.

Ganadora de premios de fotografía en Concurso de fotografía Etnosur 2008 y 2009, y Concurso de Fotografía Enfoca y Capta en 2008. Así como la mención de honor en Proyecto Reciclarte-Becarte 2005.

En 2013 expuso su obra fotográfica sobre la Exhumación de Villanueva del Rosario (Málaga) en el Museo Arqueológico de Granada. Y ha participado en varias exposiciones colectivas de fotografía y videoarte en el Museo de Huelva, Instituto Andaluz de la Juventud, Espacio PLOCC, en La I Edición Miniarte, la Escuela de Arte León Ortega, entre otros.

Actualmente es profesora y co-dirige junto a Caren Ruciero la Agencia Foturistas, donde realiza proyectos de comunicación audiovisual y forma parte del equipo creativo de la Agencia de Comunicación COMO.

Currículum